“Sánchez calla”
Por
Ramón Rodríguez Casaubón
Si Sánchez realmente cree en la justicia española como dijo en sede parlamentaria, ésta no debiera ser una de las circunstancias que le han llevado a tomar la determinación tomada.
Si como es evidente una denuncia basada en “recortes” de prensa, alguno de ellos, además ya catalogados como falsos titulares, quedará en nada, la preocupación por ella no debiera ser una de las preocupaciones que hayan provocado la decisión de Sánchez.
Si cuando la prensa “comprada”, parte de la policía, la “patriótica”, un porcentaje de la judicatura y la “jauría” fascista actúo contra Podemos y sus representantes no le importaba nada, la componente ética y moral de este tipo de actuaciones no será el motivo que ha causado la reclusión mística de Sánchez en la Moncloa para reflexionar y resolver. Entonces, ¿qué ha ocurrido? ¿Es por amor? De ser así, ¿ese amor es de tipo platónico, apasionado o narcisista? Sánchez ha “cambiado” tantas veces de opinión, por no utilizar la palabra mentir que, ¿cuánta credibilidad posee?
A estas preguntas no seré yo quien responda, sino que lo dejo al criterio de cada lector. No enumeraré los casos de acoso y derribo desde la manipulación y la mentira apoyados en la justicia, lo que se denomina lawfare, a los que se ha sometido a Podemos y, en los que Sánchez y PSOE, han mirado para otro lado o directamente añadido “leña al fuego”. Sino, recuerden las declaraciones de Sánchez sobre Venezuela y Podemos. O como socialistas excelsos “observaban desde la barrera”, incluso parecían disfrutarlo, el acoso a Irene, Pablo y sus hijos, por parte de energúmenos insignes cantantes del “Cara al sol”.
¡Una persona honesta denuncia y crítica este proceder provenga de donde provenga y afecte a quién afecte!
Sánchez es experto en señalar a la luna y hacer que quienes confían en él no es que miren su dedo, ¡miran sus zapatos! Si bien no dejo, ni dejaré de mostrar mi más firme oposición a la forma de entender la política por parte de la derecha y la ultraderecha, que ya no se diferencian salvo en que algunos del PP dicen en voz baja y casi forzados que Franco fue un dictador. Pero funcionan y se expresan igual persiguiendo los mismos objetivos.
Lo escenificado ayer en Ferraz lejos de mejorar en algo la credibilidad de Sánchez, lo que hace es menoscabarla más si cabe. Los ministros socialistas han “bailado” al ritmo de Quevedo el “quédate” y suplicado lacrimógenamente al presidente que no se marche. ¿En qué lugar deja esto a la democracia española? Esto y el resto de intentos por confundir a Sánchez con la democracia. Sánchez es la democracia. Y aquí sí que nos acercamos, y debemos dar la razón, a algunas de las acusaciones de totalitarismo por parte de la derecha al sanchismo. Sin Sánchez España seguirá siendo una democracia, y tal vez fortalecida. Pero solo si también sale el lawfare de nuestra sociedad. Hemos asistido en directo a la ridiculización de la figura de Sánchez, como presidente y persona, tanto por parte de Junts y ERC. Socios de Gobierno. A escuchar como para EH Bildu ETA no es una banda terrorista. Socios de Gobierno. Se ha comprobado como desde el sanchismo se atacó a Podemos, dique de contención progresista, hasta echarlo del Gobierno encumbrando a Yolanda y sus inestables sumas.
Koldo está ahí proyectado en lo que resta de legislatura, mientras Ábalos mantiene los dedos cruzados. La sombra de Marruecos y el “caso Pegasus” acaba de regresar con “aires franceses”. Justo en este contexto el PP decide que Begoña debe entrar en la ecuación. ¿Legítimamente? Depende de si las reglas del “juego político” en España han cambiado. ¡Y lo han hecho! Alguna persona de buena voluntad podrá pensar que hace tiempo que lo hizo. Con las cloacas del Estado en Cataluña y sobretodo contra Podemos. Pero no, eso para el PSOE no significaba ninguna modificación. A ellos no les afectaban. O al menos eso creían. Sin embargo, hace unos días Feijóo decidió dinamitar esas normas básicas de convivencia en democracia con respecto al bipartidismo que se “pactaron” en el 78.
Estamos en una nueva etapa de nuestra democracia y se necesitan líderes nuevos en la mayoría de los partidos políticos, especialmente en los que se consideran de izquierdas. Debemos tener claro que la ultraderecha, Abascal y Feijóo, no son opciones para mejorar nuestra sociedad y eso es lo único que nos ofrecen desde otros horizontes. Si Sánchez se va o se queda poco me importa. Y es así porque con su carta se ha señalado como persona antes que presidente, y en ese ámbito, en el introspectivo, en el de la interioridad del ser humano lo que él decida no me incumbe a mí. Respeto absoluto a sus decisiones y su libertad para tomarlas.
Como comentara Soul Etspes en su aproximación al ecosistema político:
“La política puede crear monstruos, ¡no te conviertas en uno de ellos!”.