La situación humanitaria en el noreste de Siria se agrava, con la población enfrentando serias dificultades para acceder a servicios básicos como agua, alimentos y atención médica. Una reciente evaluación indica un deterioro alarmante en las condiciones de vida, caracterizado por escasez de recursos y creciente vulnerabilidad económica. El 90% de los encuestados ha pospuesto o evitado buscar atención médica debido a altos costos y falta de instalaciones adecuadas. La inseguridad hídrica afecta especialmente a las mujeres, quienes deben recorrer largas distancias para obtener agua. Además, la crisis alimentaria se intensifica, con el 77% de los hogares reportando escasez de alimentos. Es urgente que donantes y agencias humanitarias aumenten la financiación y coordinación para abordar estas necesidades críticas.
La situación en el noreste de Siria se agrava, con la población enfrentando serias dificultades para acceder a servicios esenciales como agua, alimentos y atención médica. Una evaluación reciente ha puesto de manifiesto un deterioro alarmante en las condiciones de vida, caracterizado por la escasez de recursos y una creciente vulnerabilidad económica. Las historias de las comunidades afectadas revelan una crisis humanitaria que se profundiza día a día.
Las personas en esta región siguen enfrentándose a obstáculos significativos para obtener atención médica, agua y alimentos, según un estudio realizado a principios del año en curso en la gobernación de Al Hasakah. El equipo de trabajo entrevistó a más de 150 familias, tanto de comunidades locales como de desplazados internos.
La evaluación realizada en junio confirmó que el 90% de los encuestados había pospuesto o evitado buscar atención médica debido a los altos costes asociados con consultas y medicamentos, la falta de instalaciones cercanas y operativas, así como la carga del transporte. Una residente de Al Hasakah, *Khoula, compartió su experiencia: “No pudimos conseguir la medicación para la enfermedad crónica de mi padre durante más de cuatro meses. Su condición empeoró y finalmente necesitó una intervención quirúrgica urgente; pero fue demasiado tarde. Mi padre falleció”.
El 85% de los hogares reportó que al menos un miembro vive con alguna enfermedad no transmisible (ENT). Para abordar estos retos, Médicos Sin Fronteras (MSF) colabora con las autoridades sanitarias locales para apoyar clínicas diseñadas específicamente para el tratamiento de estas enfermedades en Al Hasakah y Raqqa.
En cuanto al acceso al agua, la situación es crítica. La escasez está impulsada por factores como el cambio climático, el uso del agua como arma durante el conflicto y prolongadas sequías. Desde 2019, interrupciones constantes en la estación de Alouk han obligado a las familias a depender de fuentes inseguras. Solo el 37% de los hogares puede acceder consistentemente al agua necesaria para cubrir sus necesidades básicas.
*Khalid, un joven desplazado a Al Hasakah, expresó: “Ahora nos bañamos una vez cada cinco días. Tenemos que elegir entre estar limpios y estar hidratados”. La inseguridad hídrica afecta desproporcionadamente a las mujeres, quienes son responsables del abastecimiento doméstico y deben recorrer largas distancias bajo condiciones difíciles.
*Fatima, otra mujer local, relató una experiencia traumática: “Estaba recogiendo nuestra ración de agua del tanque comunitario cuando el encargado insistió en que entrara para ayudarme. Cuando se acercó, me tocó inapropiadamente. Quedé tan afectada que me fui sin llevar el agua; desde entonces nunca he vuelto sola”. Este tipo de incidentes pone en evidencia cómo la vulnerabilidad se entrelaza con cuestiones de género.
La vulnerabilidad económica es generalizada en la región. Los ingresos familiares medianos apenas alcanzan los 150 dólares al mes (unos 130 euros), lo que dificulta enormemente el acceso a alimentos básicos. Un alarmante 77% de los hogares encuestados reporta escasez alimentaria frecuente.
*Khadija, madre de cuatro hijos, compartió su angustia: “A menudo me salto comidas para que ellos puedan comer. Me rompe el alma verlos pedir comida que no siempre puedo darles”. En Raqqa, MSF gestiona unidades de alimentación para brindar atención a niños con desnutrición severa.
A pesar del deseo de regresar a sus hogares, muchas personas desplazadas internamente citan la inseguridad persistente y la falta de apoyo humanitario como principales barreras para volver. *Al’aa, una mujer desplazada desde Ras-Alain/Serekaniye dijo: “Incluso si queremos regresar, no hay nada a lo que volver: no hay ayuda ni refugio”.
Médicos Sin Fronteras hace un llamado a donantes y agencias humanitarias para aumentar financiación y coordinación, evitando así un mayor deterioro en los servicios esenciales. Barbara Hessel, responsable del programa en el noreste sirio, advirtió sobre las decisiones imposibles que enfrenta la población: “La gente debe elegir entre comprar comida, medicinas o agua”. Sin inversión inmediata y voluntad política, miles seguirán sufriendo innecesariamente.
Médicos Sin Fronteras ha trabajado en el noreste sirio durante más de una década ofreciendo programas vitales relacionados con salud, nutrición y acceso al agua.
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 90% | Porcentaje de encuestados que pospusieron o evitaron buscar atención médica debido a altos costes y falta de instalaciones. |
| 85% | Porcentaje de hogares donde algún familiar vive con al menos una enfermedad no transmisible (ENT). |
| 150 dólares | Ingreso familiar medio mensual reportado. |
| 77% | Porcentaje de hogares que reportaron escasez de alimentos varias veces al mes. |
La población del noreste de Siria enfrenta crecientes dificultades para acceder a servicios esenciales como agua, alimentos y atención médica. Hay un deterioro alarmante en las condiciones de vida, marcado por la escasez de recursos y la vulnerabilidad económica.
La evaluación indica que el 90% de los encuestados ha pospuesto o evitado buscar atención médica debido a los altos costos, la falta de instalaciones cercanas y el peso del transporte. Además, el 85% de los hogares reportó que ellos o algún familiar vive con al menos una enfermedad no transmisible.
La escasez de agua se ha visto agravada por daños en la infraestructura hídrica y ha obligado a las familias a depender de fuentes inseguras. Solo el 37% de los hogares puede acceder consistentemente a suficiente agua para cubrir necesidades básicas.
La vulnerabilidad económica es generalizada, con ingresos familiares medianos muy bajos. El 77% de los hogares encuestados reportó escasez de alimentos varias veces al mes, lo que refleja una crisis humanitaria en deterioro.
Las organizaciones están trabajando en colaboración con autoridades locales para apoyar clínicas diseñadas para el tratamiento de enfermedades no transmisibles y rehabilitar pozos y estaciones de agua para garantizar el acceso a agua segura.