Podría definirse como crédito esa operación de índole financiera en la que una persona determinada, llamada acreedor, le presta una suma estimada de dinero a otra, conocida como deudor. En base a tal acuerdo, el último debe dar su palabra, comprometerse a devolver hasta la última moneda acordada. Para ello, se le concederá un plazo previamente, el cual debe cumplir, ya que en origen, dio su visto bueno ante tal transacción. Por su parte, la cantidad total dependerá de unas condiciones estipuladas entre los dos entes que negocian. A dicha suma a devolver, tendremos que añadir los intereses devengados, así como otros costes asociados y posibles seguros, en caso de que existan.
Mucha gente, y no sin razón del todo, asocian los microcréditos a un tipo de crédito para imprevistos. Si bien tal consideración no explica por completo el alcance de los gastos que puede acometerse con un producto financiero de este tipo, no van mal encaminados, ya que es uno de los usos más habituales que le suelen dar las familias de nuestro país a estos créditos ofertados por Internet.
Con la irrupción de esta plataforma digital en nuestras vidas, pocas cosas han permanecido inmóviles o estáticas ante el paso de este huracán. A principios de este mismo siglo comenzó el tremendo “boom” de la red, la cual no ha parado de adquirir popularidad y atributos hasta el día de hoy; como así se espera, por otra parte, que siga sucediendo durante los próximos años. Internet parece hoy día imparable, y las empresas que han sido tremendamente reacias al cambio, a modificar sus actividades en cierto modo aunque sea, lo han notado terriblemente. En Internet se puede hacer de todo, como por ejemplo solicitar un crédito rápido (los microcréditos también son conocidos por esta acepción).
Muchas empresas empezaron a ofrecerlos hace algunos años, y su “fama” no para de crecer hasta nuestros días. Esto se debe fundamentalmente al importante elenco de ventajas y facilidades que ofrecen al potencial cliente, que ve cada vez más con buenos ojos la irrupción de estos productos, en contraposición a los “incómodos” préstamos bancarios tradicionales, tan difíciles de obtener muchas veces en los tiempos que corren.
Pero valorando de manera un tanto breve algunos aspectos entre estas dos figuras financieras, señalar:
Para solicitar una cantidad de dinero por Internet, únicamente tenemos que disponer de un DNI en España, tener una cuenta bancaría en nuestra nación, y ser mayor de edad. Sin duda, trámites bastante ágiles.
Por su parte, los préstamos bancarios frecuentemente exigen las nóminas recientes del potencial cliente, así como en no pocas ocasiones, el IRPPF del individuo de los años previos. En el supuesto de que no pueda presentarlos, se tendrá que volver sin la ansiada financiación.
Esperamos haberles orientado sobre algunas particularidades relativas a créditos de diversa índole.