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El análisis de Roberto Centeno sobre las consecuencias del ‘Brexit’: Ante la crisis y la incertidumbre

lunes 27 de junio de 2016, 18:06h

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Por Roberto Centeno.- El pueblo inglés, sin duda el más preparado de Europa, no ha querido escuchar a sus élites, ni a sus académicos, ni a sus banqueros que le decían que lo mejor era mantener el ‘statu quo’.
No ha querido escuchar las advertencias de Bruselas, de los banqueros centrales tanto del Reino Unido como del resto de grandes países, ni a los principales jefes de Estado e instituciones mundiales, y en lugar de ello ha decidido para bien o para mal salir de la UE, provocando una ruptura histórica del orden europeo de la posguerra. Tal vez porque solo podía ser un país vencedor del nazismo quien dijera basta a la corrupción, el descontrol, la dictadura de los ‘lobbies’ y la insufrible burocracia de Bruselas, algo de lo que nadie habla.

De todas formas, y aunque no habrá “sangre, sudor y lágrimas” como en la II Guerra Mundial, sí habrá sudor y lágrimas para todos, el Brexit es un auténtico desastre para los británicos y para el resto de europeos, aunque los primeros parecen dispuestos a aceptarlo a cambio de librarse del ‘yugo’ de Bruselas. La primera reacción ha sido el hundimiento de la libra, de las bolsas de valores, especialmente de los bancos, y la subida de la prima de riesgo de los países periféricos, algo gravemente preocupante para España, que es el país más endeudado de Europa (si consideramos el PIB real y no el oficial, groseramente manipulado) y con un déficit público fuera de control.

Las razones, la antiinmigración y la antiburocracia. Un periodista inglés la semana pasada en Bruselas me diría: “No somos xenófobos pero no queremos que nuestras ciudades se conviertan en algo como esta capital, con 400.000 belgas, 400.000 musulmanes y 400.000 extranjeros, y menos aún ser gobernados por la burocracia mas corrupta de Europa”. Algo de lo que doy fe, porque lo he sufrido intentando conseguir la competencia energética en España, y donde el ‘lobby’ patrio compró a los ‘capos’ de la DG4 (Dirección de Competencia) y lo que tenemos hoy es un oligopolio escandaloso. Aunque es ingenuo pensar que una vez fuera de las opresivas regulaciones implantadas por Bruselas, la debilitada economía británica volverá como creen a sus días de gloria como potencia mundial independiente.
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